COMMENTAIRE INITIAL: UN EXEMPLE

COMENTARIO DE TEXTO

LA RIQUEZA MINERA DE HISPANIA, DE ESTRABÓN


I-CLASIFICACIÓN DEL TEXTO

El texto a comentar tiene una doble naturaleza, histórico-literaria por cuanto se trata de un texto de carácter histórico incluido en una obra de este tipo, y narrativo-circunstancial, dado que su forma externa es la de un informe económico-geográfico.

El texto fue escrito en vida de Estrabón (63 a.C.- 24d.C.), aunque contiene referencias a la obra de Polibio (203 a.C.-120 a.C.), en especial por lo que se refiere a la descripción que el autor hace de las minas de plata de Cartago Nova. Por tanto la época en la que se inscribe el texto iría desde principios del siglo II a.C. hasta principios del siglo I d.C.; es decir, la etapa de la conquista de la Península Ibérica por Roma, que se extendió durante aproximadamente dos siglos, y que coincidió también con la etapa de mayor expansión territorial de la República Romana, a cuyo final se convirtió en Imperio.

El autor, Estrabón, es uno de los más importante geógrafos e historiadores de la Antigüedad. Este griego originario de Amaseia, en el Ponto (actual Turquía), viajó por buena parte del Imperio Romano, y escribió dos grandes obras: su Historia (compuesta por 43 libros y hoy casi perdida), basada en buena medida en la de Polibio, y la Geografía (conservada casi en su totalidad). Estas obras, y por tanto el texto a comentar, iban dirigidas al público en general, con objeto de informarle de la historia y de la geografía del Imperio Romano.


II-ANÁLISIS

En este texto Estrabón describe las grandes minas argentíferas de Cartago Nova, la enorme riqueza que producen y el elevado número de trabajadores que las explota, así como la propiedad de las mismas.


III-COMENTARIO HISTÓRICO

La riqueza minera de la Península Ibérica era conocida ya en el segundo milenio antes de Cristo. Fue precisamente esta riqueza y el control que desde Hispania se podía ejercer sobre el tráfico de metales estratégicos (el estaño por ejemplo) lo que atrajo a los diversos pueblos que se asentaron en la Península, como los fenicios, los griegos y los cartagineses, y dio prosperidad a algunos pueblos autóctonos, como los tartesios y los íberos.

Roma no sería ajena a esta atracción. Tras la Primera Guerra Púnica su tradicional enemigo, Cartago, se comprometió tras su derrota al pago de unas fuertes indemnizaciones. Para afrontar este pago los cartagineses decidieron aumentar su presencia en la rica Hispania y explotar de un modo más completo las numerosas riquezas de ésta, en especial la minera. En este sentido la fundación de Quast-Hadaschat (Cartago Nova) fue fundamental, por dos razones: su posición estratégica (y el magnífico puerto que poseía) y el control y cercanía a los grandes yacimientos de plata de los que habla el texto, cuya producción no sólo cubriría los pagos de las indemnizaciones, sino que incluso permitiría relanzar el potencial militar y económico cartaginés ante la posibilidad de una nueva guerra con Roma.

Una Roma para la cual no pasaba desapercibida la importancia estratégica y económica de Hispania para su adversario. Por la paz que puso fin a la Primera Guerra Púnica Cartago y Roma se habían comprometido a no traspasar el río Híberus (Ebro). Pero los romanos veían con envidia cómo los cartagineses explotaban las grandes riquezas peninsulares, y con preocupación cómo empleaban esas riquezas para aumentar su potencial militar, por lo que sólo esperaban un incidente para intervenir en Hispania y tratar de arrebatársela a Cartago.

El nuevo líder cartaginés, Aníbal, les sirvió en bandeja un pretexto al atacar la ciudad de Sagunto, que aunque se encontraba en territorio perteneciente a Cartago era aliada de Roma. Una Roma que no hizo nada para ayudar a su aliada, pero que aprovechó la ocasión para declarar la guerra a Cartago, comenzando así la Segunda Guerra Púnica.

Sabedora de la importancia decisiva que Hispania tenía para el desarrollo de la guerra, Roma desembarcó sus tropas en 218 a.C. en Emporion, fundando la ciudad de Tarraco y cortando a las tropas cartaginesas desplegadas en Italia el camino de sus suministros. A partir de ese momento las tropas romanas en Hispania se lanzaron hacia el sur para conquistar Cartago Nova, cuya caída supuso el fin de la presencia cartaginesa en la Península y de su explotación de las minas de plata de la ciudad. Una explotación que reanudaron inmediatamente los romanos, en principio por parte del Estado, para posteriormente pasarla a manos privadas, tal y como podemos leer en el texto de Estrabón. Para llevarla a cabo se empleó fundamentalmente mano de obra esclava, casi con seguridad proveniente de los propios territorios conquistados, por lo que la inmigración de romanos y latinos fue en principio escasa. Es posiblemente esta la época a la que se refiere el autor en su texto, ya que cita como fuente a Polibio, quien vivió en estos años.

La explotación de las riquezas mineras no sólo se circunscribió al área de Cartago Nova, sino que se extendió a las minas de Sierra Morena.

Pero el saqueo y la explotación sistemáticos de los territorios conquistados durante los 10 años posteriores a la toma de Cartago Nova, algo habitual tras las conquistas llevadas a cabo por Roma en todo el Mediterráneo, desencadenaron una serie de revueltas entre 197 y 179 a.C., las cuales fueron apoyadas por los pueblos pobres y atrasados del interior de la Península. Las tropas romanas (generalmente eran dos las legiones acantonadas en Hispania) consiguieron sofocarlas, pero en 154 a.C. estallaban nuevas revueltas, y en esta ocasión Roma intervino directamente contra los pueblos del interior peninsular. Tres sangrientas guerras (la Primera y Segunda de Celtiberia y la de Lusitania) acabaron con las legiones romanas acantonadas ante la cordillera cantábrica en 133 a.C., aunque costaron a éstas enormes bajas y gravísimas derrotas. Desde entonces las relaciones con los pueblos conquistados mejoraron ostensiblemente, al tiempo que una mayor cantidad de colonos italoromanos acudía a la Península. El proceso de romanización, que apenas había tenido repercusiones hasta entonces, se aceleraba notablemente.

En el siglo I a.C. Hispania fue escenario importante de las luchas civiles en la República Romana, y su dominio se demostró fundamental para quien quisiera lograr la victoria en estas luchas. Los últimos reductos independientes en el norte de la Península fueron aniquilados en las guerras contra cántabros y astures en 19 a.C. La Península era ya por completo romana, y su economía ya no era la de una región conquistada y saqueada, sino la de una parte del imperio incluida en su gran circuito económico. Una economía en la que la minería cobró un auge extraordinario, gracias al empleo de mano de obra esclava y a las técnicas traídas por los romanos, así como a la iniciativa privada que copó (como afirma el texto) su explotación. Así las tradicionales explotaciones de Cartago Nova y Sierra Morena se vieron ampliadas con las de plata y oro de Galicia y León. Con el tiempo la mayor parte de las minas pasó a ser explotada directamente por el Estado, en especial tras las medidas en este sentido tomadas por Tiberio. Como consecuencia, y también en gran medida por el agotamiento de muchos de los yacimientos, la productividad de la minería en Hispania descendió visiblemente.


IV-CRÍTICA

El texto a comentar plantea algunas cuestiones que pueden parecer inexactas. Tal es el caso de la enorme cantidad de personas que Estrabón afirma, basándose en Polibio, que trabajaban en las minas cartageneras. El número propuesto, 40.000, es a todas luces excesivo, máxime si tenemos en cuenta la época en la que Polibio escribió, a caballo entre el siglo III y el II a.C., por lo que probablemente haga referencia a la totalidad de personas que poblaban el área, incluida la población de Cartago Nova. También habría que hablar del carácter de fuente secundaria de Estrabón, ya que el autor no conoció directamente el territorio que describe, sino que se basa en lo escrito por Polibio dos siglos antes.


V-BIBLIOGRAFÍA

-Apuntes de Historia de España.
-Alvar, J. De Argantonio a los romanos. La Iberia protohistórica. Colección Historia de España de Historia 16. Ed. Temas de Hoy, Madrid, 1995.
- González Román, C. El esplendor de la España romana. El Alto Imperio en la Península Ibérica. Colección Historia de España de Historia 16. Información e Historia, Madrid, 1995.
- Heurgon, J. Roma y el Mediterráneo occidental hasta las guerras púnicas. Labor, Barcelona, 1971.
-Kinder, H., e Hilgemann, W. Atlas Histórico Mundial. Editorial Istmo Madrid, 1983.
-Mangas, J. De Aníbal al emperador Augusto. Hispania durante la República romana. Colección Historia de España de Historia 16. Ed. Temas de Hoy, Madrid, 1995.
-Mangas, J. Hispania romana. Cátedra, Madrid, 1980.
-Nicolet, C. Roma y la conquista del mundo mediterráneo. vol 2: La génesis de un imperio. Labor, Barcelona, 1984.
-Petit, P. La paz romana. Labor, Barcelona, 1976.
-Tuñón de Lara, M., Valdeón Baruque, J., Domínguez Ortiz, A., Serrano, S. Historia de España. Ed. Ámbito. Valladolid, 1999.
-Voltes, Pedro. Nueva Historia de España. Ed. Plaza y Janés. Barcelona, 1989.

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